Cuando se recalca la necesidad de tener unos hábitos de vida saludable, siempre se hace mención a la alimentación y al ejercicio físico. Pero, por muy bien que comamos y por mucha actividad física que hagamos, la vida y el día a día se nos hará más duro si no hemos dormido lo suficiente. Dormir poco tiene graves consecuencias sobre la salud, altera las funciones del organismo, y reduce la esperanza de vida, la consolidación de memoria o el estado físico de las personas.
Cómo afecta a la salud
Los trastornos del sueño son un factor de riesgo importante que provocan todo tipo de dolencias, que van desde la obesidad hasta enfermedades cardiovasculares. “Si realmente uno duerme mal porque tiene apnea del sueño o algún otro trastorno, puede sufrir un riesgo cardiovascular e incrementar el riesgo de padecer un infarto cerebral. También aumenta las posibilidades de sufrir hipertensión, y esta a su vez es un factor de riesgo tanto de infarto cerebral como de hemorragia”
Asimismo, cuando dormimos poco las defensas bajan y nos volvemos más débiles, por lo que somos más propensos a coger algún virus o bacteria porque nuestro sistema inmunológico no tiene fuerzas para hacerles frente.
De la misma manera, hay estudios que demuestran que dormir poco influye en el metabolismo de las personas, ya que al tener menos horas de sueño se las pasan comiendo. “Las personas narcolépticas tienden a ser obesos y los que padecen apnea del sueño generalmente obesos. La gente que tiene el síndrome de piernas inquietas o sonambulismo comen también de noche consciente o inconscientemente, de ahí que aumente su peso”
En otro sentido, durante el periodo de crecimiento las necesidades del sueño de las personas son mayores, ya que es en esa fase donde se desarrolla el aprendizaje, y se necesitan más horas para consolidar la memoria; y también es porque en esta etapa, durante las horas del sueño se produce la hormona del crecimiento.
Así pues, lo bebés necesitan dormir entre 14 y 12 horas, mientras que los menores de tres años duermen entre 12 y 10 horas. “Conforme vamos creciendo las necesidades de dormir disminuyen. Los adultos necesitan entre 8 y 7 horas para que su cerebro esté completamente activo, mientras que las personas mayores con 5 horas es suficiente”, indica Pareja.
Los niños que duermen mal tienen una disminución en el crecimiento ya que segregan menos hormonas del crecimiento. “Esta hormona se segrega en un estadio del sueño que se llama de ondas lentas. Entonces, si ese estadio está disminuido porque uno duerme mal, la secreción se verá disminuida. En el caso de los pacientes con narcolepsia, tienen un defecto de unos péptidos que se llaman hipocretina orexina que intervienen en la alimentación y con el tiempo pueden engordar”.
Consejos para dormir bien
El responsable de la Unidad del Sueño apunta la necesidad de adquirir y enseñar una higiene del sueño tanto para los adultos como para los menores. “Es importante adoptar unos hábitos del sueño. Hay que saber que la cama se utiliza sólo para dormir y no para hacer otras actividades. Si no me duermo tengo que salir de la cama e incluso de la habitación, si permanezco en la cama dando vueltas el cerebro aprende que en la cama se está despierto”. La ingesta de alcohol, bebidas energéticas o con cafeína, acostarse a diferentes horas, tener las luces encendidas dificulta una buena higiene del sueño. Asimismo, tampoco es conveniente hacer ejercicio antes de acostarse. “Cuando uno se va a dormir se produce un descenso de la temperatura corporal, lo que facilita el sueño, pero si hacemos deporte por la noche, la temperatura corporal se incrementa lo que producirá que nos cueste dormir”
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Fuente: Cuidate Plus